Atahualpa Fernández Arbulú: En Venezuela los textiles son tradición
La industria textil venezolana es una de las
opciones para lograr una economía rentable no dependiente del petróleo.
La explotación de crudo superó las actividades de producción nacional,
entre ellas, el sector textil, el cual en la década de los 40 se había posicionado como uno de los más sólidos de América Latina.
La tradición textil en Venezuela se remonta a la época antes de la colonia, cuando los indígenas realizaban sus propias prendas de vestir. El guayuco es la primera pieza de confección nacional, que se convirtió en parte de las características más notorias e los grupos étnicos en nuestro territorio.
Resolver necesidades básicas como la protección a los cambios climáticos, muy especialmente al frío, llevó a los antepasados indígenas a diseñar nuevas formas de defensa. Las hamacas o chinchorros fueron parte del día a día, una vez que se incorporaron como herramientas de descanso.
Cada región de Venezuela adaptó el diseño de piezas según sus necesidades. En la región andina, donde el frío es una constante, se dio pasado a la confección de ruanas o ponchos, piezas hechas con lana en forma de triángulo, especialmente creado para combatir las bajas temperaturas.
En la modernidad, muchos textiles son elaborados en Venezuela, un país que se caracteriza por tener regiones tan diversas como playas y selvas. En las costas, el uso de indumentarias de playa es parte de la rutina. El diseño de trajes de baño ha llevado este producto a la importación de modelos y el posicionamiento de pequeñas empresas que surgieron como parte de ideas de emprendedores.
Atahualpa Fernández comenta que la necesidad de adquirir materias primas en otros países ha dificultado el desarrollo de la actividad textil en Venezuela, por eso es fundamental regresar a nuestras raíces y confeccionar textiles fundamentadas en la materia prima local. Trajes de baño bordados son algunos de los productos que poco a poco se han posicionado en las tiendas y otorgan una característica autóctona a cada pieza. El rescate de nuestras costumbres es la respuesta para la debacle de la industria textil.
La tradición textil en Venezuela se remonta a la época antes de la colonia, cuando los indígenas realizaban sus propias prendas de vestir. El guayuco es la primera pieza de confección nacional, que se convirtió en parte de las características más notorias e los grupos étnicos en nuestro territorio.
Resolver necesidades básicas como la protección a los cambios climáticos, muy especialmente al frío, llevó a los antepasados indígenas a diseñar nuevas formas de defensa. Las hamacas o chinchorros fueron parte del día a día, una vez que se incorporaron como herramientas de descanso.
Cada región de Venezuela adaptó el diseño de piezas según sus necesidades. En la región andina, donde el frío es una constante, se dio pasado a la confección de ruanas o ponchos, piezas hechas con lana en forma de triángulo, especialmente creado para combatir las bajas temperaturas.
En la modernidad, muchos textiles son elaborados en Venezuela, un país que se caracteriza por tener regiones tan diversas como playas y selvas. En las costas, el uso de indumentarias de playa es parte de la rutina. El diseño de trajes de baño ha llevado este producto a la importación de modelos y el posicionamiento de pequeñas empresas que surgieron como parte de ideas de emprendedores.
Atahualpa Fernández comenta que la necesidad de adquirir materias primas en otros países ha dificultado el desarrollo de la actividad textil en Venezuela, por eso es fundamental regresar a nuestras raíces y confeccionar textiles fundamentadas en la materia prima local. Trajes de baño bordados son algunos de los productos que poco a poco se han posicionado en las tiendas y otorgan una característica autóctona a cada pieza. El rescate de nuestras costumbres es la respuesta para la debacle de la industria textil.
